Septiembre siempre tiene un aire distinto, renovador. Tal vez sea la llegada de la primavera, tal vez sea porque es el mes en que se celebra a les estudiantes en todo el país. Más allá del calendario escolar, cada año septiembre abre la posibilidad de pensar qué significa ser joven en la Argentina y qué lugar ocupa la educación en nuestras vidas.
La figura del “estudiante” nunca fue neutral en nuestra historia. Desde la Reforma Universitaria de 1918, cuando un grupo de jóvenes cordobeses encendió una chispa que cambió para siempre la universidad latinoamericana, hasta las movilizaciones por el boleto educativo en diferentes provincias, las juventudes fueron claves al situar en agenda un reclamo central: la educación no es un privilegio, es un derecho. Y ese derecho, hoy, corre peligro.
La motosierra libertaria avanza sobre la educación
En pleno 2025, la situación educativa en Argentina atraviesa un momento crítico. El Gobierno nacional, encabezado por Javier Milei, avanzó en fuertes recortes presupuestarios que afectan a todos los niveles. Universidades que denuncian no poder pagar servicios básicos, escuelas técnicas que se quedan sin insumos, becas estudiantiles que se desfinancian, programas de formación docente que desaparecen de un día para el otro.
Los números hablan por sí solos. Menos inversión pública se traduce, casi automáticamente, en menos posibilidades de garantizar igualdad de oportunidades. En un país donde la educación pública fue motor de movilidad social y herramienta para atenuar y achicar brechas, los recortes golpean a quienes menos tienen.
Las juventudes, punta de lanza en la defensa de la educación pública y de calidad
Pero frente a ese escenario de ajuste, la juventud vuelve a mostrar que no se queda de brazos cruzados. Estudiantes secundarios organizan centros y coordinadoras para defender viandas, boleto educativo y edificios en condiciones. Universitarios de todo el país vuelven a poner en movimiento marchas federales, clases públicas y ocupaciones para visibilizar lo que está en juego.
En cada provincia, en cada ciudad, las imágenes se repiten: pibas y pibes que levantan carteles, que pintan banderas, que se suben a un escenario improvisado para decir lo obvio: la educación pública no se negocia. No es casualidad que el “mes de les estudiantes” encuentre a las nuevas generaciones en plena organización.
Una tarea pendiente
Septiembre nos invita a preguntarnos qué tipo de país queremos construir. Uno donde la educación dependa de cuánto pueda pagar cada familia, o uno donde se garantice que todes tengan las mismas posibilidades de aprender, desarrollarse y soñar. El desafío es grande, pero la juventud ya marcó el camino más de una vez. En tiempos donde se intenta reducir todo a un cálculo de mercado, son les estudiantes quienes recuerdan que hay cosas que no se pueden cuantificar. La dignidad, la igualdad, el derecho a aprender.
El mes de las juventudes y les estudiantes es mucho más que una simple efeméride en el almanaque. Es la oportunidad excepcional que se nos presenta para escuchar esas voces jóvenes que, con firmeza, tenacidad y creatividad, continúan defendiendo un derecho que es para todes: el derecho a la educación.
